Vivimos en una sociedad que corre constantemente, que no tiene paciencia. Lo que sucede hace cinco minutos ya es pasado, es historia, y no se para a disfrutar del momento, del presente. Si lo extrapoláramos al mundo del baloncesto, hemos podido ver muchos ejemplos estos últimos meses. El más claro, sin duda, los anuncios de altas y bajas de jugadores con títulos por disputar. No ha finalizado la temporada y muchos ya quieren ver los nuevos cromos del curso siguiente.
Otro de los problemas de
hoy en día es la falta de gratitud o falta de sentimiento y reconocimiento ante
una persona que da y ofrece todo al club al que representa. Mi padre siempre me
decía el refrán “De bien nacido es ser agradecido”. Algo que
incomprensiblemente no está de moda. El último caso lo pudimos ver ayer con la
destitución de Pablo Laso como entrenador del Real Madrid.
Una noticia sorprendente,
que muchos de nosotros no esperábamos y que nos dejó helados. No estoy aquí
para hacer un juicio de valor y más sin saber toda la infra historia de todo lo
sucedido. De eso quizás se encargarán otros y algún día sepamos la verdad de lo
ocurrido. En lo que sí voy a incidir es en el trato a la persona, el ser
humano.
En este caso ha habido un
debe por parte del Real Madrid, ya que las formas no han sido las mejores.
Pablo Laso es una leyenda en el club, uno de los tres mejores entrenadores que
ha tenido la sección blanca en su historia junto a Ferrándiz y a Lolo Sainz.
Laso se merecía un final mucho mejor que éste, y no con un escueto comunicado
por parte del club, en el que en ningún momento se le reconoce todo lo logrado
por parte del entrenador vasco.
El conjunto blanco ha realizado
el mejor baloncesto de Europa en la última década. Cómo muy bien recogía el
periodista Faustino Sáez en un tweet, antes de la llegada de Laso al banquillo
madridista, la sección llevaba cuatro años sin un título, seis sin conquistar
una Liga, dieciocho sin jugar una final de Copa de Europa y diecinueve sin
ganar la Copa… Casi nada…
La llegada del entrenador
vitoriano cambió diametralmente la dinámica de la sección. Con Pablo el Madrid
disputó 33 finales de 44 posibles, logrando 22 títulos. Pero de todas estas
estadística he dejado para el final el dato más demoledor, un título cada 39
partidos… No hay más preguntas señoría.
Personalmente lo que más
me entristece es en el final de Pablo Laso como entrenador del Madrid. Nunca
pensé que llegaría de esta manera, de un día para otro (ya no aparece en la web
del club). Totalmente inmerecido y que nos hace pensar es si en esta sociedad
cada vez prevalecen menos los sentimientos y que si los finales felices solo
existen en los cuentos.