domingo, 28 de febrero de 2021

New York Knicks: La ilusión regresa a la Gran Manzana

Si en la NBA hablamos de franquicias históricas nos vienen a bote pronto las dos que tienen más anillos en su haber, las más icónicas, Los Ángeles Lakers y los Boston Celtics. Otra franquicia de leyenda serían los Chicago Bulls, por todo el legado e historia que dejó Michael Jordan, siendo un nexo muy importante en estos tres equipos, los éxitos cosechados dentro de la cancha. Pues bien, otra de las franquicias que podemos considerar entre las tres o cuatro más importantes de la NBA y no precisamente por sus resultados cosechados últimamente, son los New York Knicks.

La franquicia de la Gran Manzana tiene un aura, un encanto, que la hacen especial. Los casi cuarenta años que llevan sin conseguir el anillo (el último fue en la temporada 1972-73) o las siete temporadas sin entrar en Playoffs, no le quitan ni un ápice de su leyenda desde que se fundó, en el año 1.946.

Uno de los valores que le hacen ser una franquicia histórica, es sin duda, su pabellón, el Madison Square Garden. Es la cuna del baloncesto, el lugar más icónico en el mundo baloncestístico. Un jugador que quiera ser considerado de los mejores del planeta, no llegará a serlo hasta que no logre hacer una exhibición en el Garden. Gestas de Michael Jordan, Kobe Bryant o Lebron James, por ejemplo, quedan en la retina del espectador. En el Madison, lo lógico era ver en la primera fila de asientos, infinidad de famosos partido tras partido. El glamour era notorio, siendo su máximo exponente, el director cinematográfico Spike Lee.

Pues bien, tras una larga travesía por el desierto, los Knicks parecen ver la luz al final del túnel. De la mano del coach Tom Thibodeau, han recuperado la sonrisa y vuelven a ilusionar a sus aficionados. El entrenador les ha inculcado una garra y una confianza, que habían perdido estos últimos años y después de disputar 34 partidos, los neoyorquinos presentan un balance del 50% (17-17), que muy pocos esperaban a principios de temporada.

Dentro de la cancha, el jugador más diferencial está siendo el ala-pívot, Julius Randle. El que fuera elegido en la séptima posición de la primera ronda del draft del 2.014 por Los Ángeles Lakers está disputando una fantástica temporada. Tras no despuntar ni en Lakers, ni en Pelicans, Randle a sus 26 años, se encuentra en el mejor momento de su carrera. Sus 23 puntos, 11 rebotes y más de 5 asistencias por partido, lo dicen todo del nivel demostrado por el Tejano. Nivel que le ha valido para ser seleccionado por primera vez para disputar el All Star Game. Reconocimiento más que merecido.

Además del citado Randle, el éxito de los Knicks está siendo el ramillete de jugadores que suman al proyecto. Jugadores que bien no son estrellas en la liga, pero sí que formarían parte de la clase media de la NBA, dando su mejor versión al servicio del equipo. El canadiense R.J. Barrett con sus más de 16 puntos de media o Elfrid Payton con sus más de 12, aportan anotación en el equipo neoyorkino. El buen hacer en la pintura de Mitchell Robinson o Nerlens Noel (otro jugador que no ha llegado a dar todo lo que se esperaba de él), unido a los Reggie Bullock, Austin Rivers, Immanuel Quickley, Alec Burks o Taj Gibson hacen que los Knicks tengan una plantilla mucho más compensada que en cursos anteriores.

Mención especial le otorgamos a la última adquisición de los New York, y no es otra que la del que fuera el MVP en el año 2.011, Derrick Rose. A sus 32 años, procedente de los Detroit Pistons, regresa a la que fue su casa en el curso 2016-2017, en la que aportará sus puntos, su gran nivel de juego y la experiencia adquirida a lo largo de todos estos años. Derrick vuelve a reunirse con el entrenador que más le ha entendido en su carrera, Thibodeau, que ya lo dirigió en Chicago y Minnesota.

Con todo esto los Knicks tienen suficientes mimbres para volver a sonreír después de temporadas impropias de su historia.

sábado, 27 de febrero de 2021

Los finalistas Miami Heat siguen cocinando su mejor versión

Con la calma, la paciencia, el mimo que se le da a la elaboración de un buen guiso, los Miami Heat siguen dando pasos hacia adelante, para llegar al nivel que le llevó la temporada pasada a ser finalista de la NBA. Un proceso que se va produciendo, dirigido de la mano del coach Erik Spoelstra que tiene todo el crédito del mundo en la franquicia de Florida. La pasada madrugada, le ganaron al mejor equipo de la competición, los Utah Jazz. Un claro ejemplo de que el equipo va reencontrando sensaciones, de cara a lo que está por venir.

Y eso que el inicio de competición fue bastante negativo. Daba la sensación qué el esfuerzo realizado para llegar a las finales del pasado curso les había dejado vacíos, sin energía. A este factor se le sumaron las lesiones, de las que ya adolecieron en la final ante los Lakers al no poder contar con plenas garantías con Bam Adebayo y el esloveno Goran Dragic.

Con todo este panorama, los Heat que también comenzaron cortos de preparación, se vieron ubicados en las últimas posiciones de la conferencia este, fuera de los Playoffs, una posición nada acorde con la calidad de la plantilla. Pero lejos de ponerse nerviosos, han tenido la paciencia en ir recuperando efectivos y en esperar a que el equipo haya cogido un mejor tono físico. 

Era de esperar que Miami con el paso de los partidos iría subiendo peldaños en la clasificación. En la actualidad ya son quintos en el este a tan sólo medio partido de Toronto Raptors. Su plantilla poco ha variado respecto al año anterior, con lo que a poco se entonaran, los resultados llegarían. Las marchas de Jae Crowder y Solomon Hill, fueron reemplazadas por Avery Bradley procedente de los Lakers, Maurice Harkless tras su paso por los Knicks y por el nigeriano Precious Achiuwa, elegido en la posición número 20 del pasado draft. Es decir, el núcleo duro del equipo sigue y debe tener recorrido para años.

Una plantilla, con una mezcla de jóvenes y veteranos de plenas garantías. Si a un Jimmy Butler sensacional, más calmado y racional, a un Bam Adebayo poderoso en la pintura, a una tercera espada cómo Goran Dragic, le sumas el descaro y la efectividad en el lanzamiento exterior de Duncan Robinson, Tyler Herro o Kendrick Nunn, el trabajo oscuro y el oficio de Kelly Olynyk o Meyers Leonard y la veteranía y clase de André Iguodala o Avery Bradley, te queda una de las plantillas más compensadas de toda la NBA. Sin olvidarnos del mentor, Udonis Haslem, en su decimoctava temporada y con tres anillos en su haber, alecciona y aporta su experiencia y sapiencia al servicio del grupo.  

Tan sólo nos queda comprobar si el punto de cocción idóneo de los Heat, llegará en el momento importante de la temporada, en los Playoffs y sí le servirá para cómo mínimo repetir el sensacional curso pasado. Veremos si les alcanza…

El poderío físico del ASVEL ahoga al Barça

Derrota azulgrana por 69 a 76, ante un ASVEL que le tiene tomada la medida al equipo dirigido por Sarunas Jasikevicius. Esta Euroliga es un verdadero campo de minas y cualquier partido se puede convertir en una trampa, el Barça puede dar fe de ello en el día de hoy. El poder físico francés volvió a ser demasiado para los locales, que como ocurriera en la primera vuelta, salieron derrotados.

Inicio dubitativo azulgrana

El inicio de partido ya auguraba que no sería fácil para los locales. El atasco en ataque es digno de mención. Las defensas se imponían y el único capaz de anotar por parte azulgrana, no era otro que Nikola Mirotic, autor de los seis primeros puntos de su equipo. Se llegaba al ecuador del primer cuarto con un exiguo 6 a 8 y Jasikevicius se veía obligado a pedir tiempo muerto para arengar a los suyos.

En estos instantes el Barça se sostenía en el marcador merced a sus hombres interiores. El 0/6 en lanzamientos en este primer cuarto de Corey Higgins y Alex Abrines son un claro ejemplo. Comenzaban las rotaciones de Saras en busca de soluciones, pero el poderío físico francés se imponía, llegando al final del primer cuarto con una ventaja visitante por 15 a 19. Su hombre hasta el momento era Moustapha Fall autor de cinco puntos y dos rebotes.

El físico se impone y hay que bajar al barro

El inicio del segundo cuarto no cambió la tónica del partido. El equipo azulgrana se golpeaba una y otra vez, contra el músculo francés, pero tras una técnica al entrenador visitante T.J. Parker, los de Saras conseguían poner las tablas en el marcador en el minuto 13. Culminaba la remontada Brandon Davies, autor de diez puntos en la primera mitad, para poner el 21-19 y Parker paraba el partido, queriendo evitar el despegue local… y lo conseguía.

En ese instante, llegó el momento del exjugador de NBA y ganador de dos anillos con los Miami Heat, Norris Cole que con un dos más uno ponía en ventaja otra vez a los visitantes 26 a 28 en el minuto 14, dando a entender que los franceses iban a luchar hasta la última jugada. Pero cómo viene siendo habitual, los de Saras ajustaron en defensa y con un parcial de 5 a 0 culminado con un contraataque por Pierre Oriola le daban la vuelta al marcador. Terminaba el segundo cuarto con una exigua ventaja azulgrana por 35 a 34 y con todo por decidir en el Palau.

Combate igualado a puntos

Salió el equipo azulgrana con el objetivo de distanciarse en el partido y con cinco puntos consecutivos de Mirotic parecían lograrlo. Seis puntos de ventaja en el marcador nada más empezar parecían un buen botín, pero nada más lejos de la realidad. Sendos triples, éste último del incisivo Norris Cole, colocaban de nuevo el empate en el luminoso.

El partido se convirtió en ese preciso instante en un combate de boxeo y no porque el partido fuera sucio precisamente. Quien encajara mejor los golpes se llevaría la victoria. Una canasta local, era contrarrestada automáticamente por otra visitante y así a lo largo de todo el tercer cuarto. La intensidad en la cancha era muy palpable desde fuera de ella. Terminaría este tercer acto con un triple del norteamericano del Villeurbanne, David Lighty que dejaba el 54 a 54, con todo por decidir.

Nadar y nadar para ahogarse en la orilla

El último periodo comenzó con el colapso local en ataque, incapaz de anotar una canasta en los primeros dos minutos y medio de cuarto. Por suerte para los de Saras, el ASVEL no supo aprovechar la ocasión y se llegaba a los seis últimos minutos de partido empatados a 58. Pero a falta de cinco minutos para el final, con dos triples consecutivos, el equipo presidido por Tony Parker, tomó su mayor ventaja y dio un golpe definitivo. Tanto se desgastaron los azulgranas, que a falta de tres minutos se les acabaron las pilas. El físico y la intensidad del ASVEL dejó vacíos a los de Saras que vieron cómo se les escapaba la victoria.     

miércoles, 24 de febrero de 2021

Las acciones de Phoenix Suns continúan al alza

Equipo compacto, con diferentes amenazas tanto dentro, cómo fuera de la pintura, que tiene a un director de orquesta fantástico y a una de las estrellas más jóvenes y con mayor protección de la NBA. Ésta podría ser una buena definición del equipo que está asentado en la cuarta posición de la conferencia Oeste, los Phoenix Suns. Un equipo que progresa adecuadamente y qué sino cambia mucho el panorama, volverá a disputar los Playoffs once temporadas después.

Estamos hablando de un equipo que está al alza y que ya el curso anterior, consiguió dar un salto de calidad. Lograron casi duplicar el casillero de victorias (de 19 a 34 victorias) y fueron la sensación de la burbuja de Orlando, con una actuación inmaculada que casi les hizo entrar en los Playoffs. Con dos o tres partidos más, lo habrían conseguido.

Para comenzar a desengranar al equipo dirigido por Monty Williams, tenemos que hacerlo por su buque insignia, su jugador franquicia, Devin Booker. A sus 24 años y en su quinta temporada ya en la liga, Booker parece todo un veterano. Clase excelsa, sus veinticuatro puntos de media esta campaña así lo atesoran. Estamos hablando de un jugador de nivel All Star, pero que incomprensiblemente no ha sido seleccionado para la próxima edición del partido de las estrellas. El equipo de Arizona tiene jugador donde seguir edificando un proyecto ganador para años.

La nueva cara de este año y el gran cambio en el quinteto inicial ha sido en el puesto de base. Ricky Rubio que había hecho una gran temporada, siendo el mentor de la camada joven del equipo, fue traspasado a Oklahoma y Phoenix se hacía con los servicios del veterano base y estrella de la liga, Chris Paul. Parecía una apuesta arriesgada, pero el tiempo parece haberles dado la razón. Si algo tiene Paul, es que hace mejores a sus compañeros y al equipo donde está. Ocurrió el año pasado con los Oklahoma City Thunder y está sucediendo ahora. A sus 35 años, parece estar en una segunda juventud, disfrutando dentro de la cancha. Sus más de dieciséis puntos y ocho asistencias por partido lo dicen todo.

En el juego interior el hombre del que tenemos que hablar, es Deandre Ayton, la tercera piedra del proyecto. El nº 1 del Draft del 2018 todavía no ha explotado y su margen de mejora debe ser clave en el futuro de la franquicia. Si da un salto de calidad, podemos hablar de un equipo que podría aspirar a todo. Sus estadísticas son buenas, casi catorce puntos y doce rebotes por partido, pero la sensación es que con las cualidades que tiene y sus 216 cm de altura, podría dar mucho más de sí.

El juego del equipo se basa indiscutiblemente en estas tres bazas y el resto de las piezas, son jugadores que hacen de complemento y pegamento. Jugadores con un rol definido, que están desarrollando muy bien en lo que llevamos de curso. Los puntos de Mikal Bridges y Cameron Johnson, el trabajo defensivo y físico de Jae Crowder o los buenos fundamentos del croata Dario Saric, son alguno de los ejemplos.

En resumen, hablamos de un equipo que debe dar mucho que hablar esta temporada, posiblemente no para aspirar el anillo, pero sí para dar algún susto a los grandes favoritos. Sin duda, las acciones de Phoenix Suns siguen alza.

jueves, 18 de febrero de 2021

Victoria aplastante ante Zalguiris por 86 a 62 de un Barcelona que sigue de dulce

El Barcelona de Jasikevicius no entiende de resacas. Cuatro días después de conquistar la Copa del Rey en Madrid, el equipo azulgrana ha demostrado que este año va muy en serio. Victoria ante Zalguiris por 86 a 62 que permite a los locales continuar líderes de la Euroliga con un balance de dieciocho victorias y siete derrotas.

Comienzo de partido eléctrico, donde las defensas brillaban por su ausencia y en el que el lanzamiento desde la línea 6,75 era el valor predominante. Cómo ejemplo sirva la primera canasta del partido a cargo del norteamericano Nigel Hayes para poner el 0-3 en el marcador. Triples de Higgins, Thomas Walkup y Mirotic fueron dando alternancias en el marcador, hasta que Jasikevicius molesto por la defensa de sus jugadores dio a entrada al argentino Leandro Bolmaro y el equipo elevó el nivel defensivo. Se pasaba el ecuador del primer cuarto con un 20-15 para los locales. El Barcelona conseguía sus primeras ventajas en el marcador y Jasikevicius parecía haber dado con la tecla.

El equipo lituano reaccionó y con un parcial de 0 a 5 (con otro triple encestado), igualó el marcador a 20 y Saras se vio obligado a pedir un tiempo muerto para arengar a los suyos.

Sirva este primer cuarto para certificar que Corey Higgins está a un nivel excelso. Dio un verdadero recital, anotando once puntos en los poco más de siete minutos y medio que estuvo en pista. Pero fue irse el MVP de la Copa del Rey y los azulgranas se atascaron en ataque. Una canasta de Brandon Davies sobre la bocina colocaba el 24-24 en el marcador que dejaba todo en el aire. Nos presentábamos a ver un partido a treinta minutos con todo por disputar.

Parcial de cinco a cero al inicio del segundo cuarto (con otro triple incluido de Kyle Kuric) por parte local que intentaba imponer su ritmo de juego y sobre todo su defensa. Hecho que lograba conseguir, ya que el equipo dirigido por Martin Schiller era incapaz de acabar dos ataques consecutivos, llegando al minuto diecisiete de partido con la máxima ventaja 39-30 para los de Saras.

Una de las grandes características de este Barcelona, es que te va cocinando a fuego lento. Su defensa te va asfixiando poco a poco y los de Kaunas lo vivieron en sus carnes. Su fantástico acierto exterior al principio del partido con un 4 de 5 desde la línea de tres, se quedó totalmente encallado ya que los lituanos erraron los siguientes cinco lanzamientos ejecutados. Con otra fantástica defensa azulgrana, terminaba el primer tiempo con una ventaja local de once puntos 48-37. Jasikevicius no tenía piedad de su exequipo y parecía tener todo bajo control. El hombre del partido hasta ese momento, Corey Higgins con diecisiete puntos en su haber.

El principio de tercer cuarto fue toda una declaración de intenciones. Primera posesión del Barcelona, triple anotado. Primera posesión de Zalguiris, agotan los veinticuatro segundos sin lanzar a canasta. Los azulgranas salieron dispuestos a sentenciar el partido y Schiller no tuvo más remedio que pedir tiempo muerto a los dos minutos de la reanudación, para intentar parar la sangría en el marcador 53-37.

El colapso visitante en ataque fue evidente. Su primera canasta en juego en este cuarto llegó cuando quedaban tan sólo dos minutos de tercer cuarto y sólo conseguía anotar desde la línea de tiro libre al entrar el Barcelona en bonus muy prematuramente. Los de Saras seguían con el rodillo y en el minuto veintisiete la ventaja era ya de veinticuatro puntos, 65-41. Acababa este tercer cuarto con un 71 a 47, que dejaba prácticamente todo decidido.

En este último cuarto Jasikevicius dio entrada a Sergi Martínez y a Artem Pustoyvi que no habían jugado hasta el momento, intentado dosificar esfuerzos. Hay que recordar que Leo Westermann era baja para este encuentro por el esguince de tobillo que se produjo en la final ante el Madrid. Los últimos diez minutos no tuvieron mucha más historia. Un intento de los de Kaunas por maquillar el resultado, pero que no consiguieron. El partido acabó cómo había empezado, con un triple, esta vez de Pierre Oriola. El resultado final, 86-63 lo resume todo.

martes, 16 de febrero de 2021

Utah Jazz: La sinfonía mejor afinada de la NBA

Si buscamos en un diccionario el significado de la palabra sinfonía, encontraremos la siguiente definición: “Composición musical concebida para ser interpretada por una orquesta y que consta de tres o cuatro movimientos de larga duración con cierta unidad de tono y desarrollo”.    

Aunque una sinfonía es una composición musical, si lo extrapolamos al mundo baloncestístico y más en concreto a la NBA, tenemos a lo largo de la historia equipos que, con su juego y actuaciones dentro de la cancha, nos han hecho sentir al mismo Beethoven dentro de ella. Los Ángeles Lakers del Showtime fueron pura magia, los Chicago Bulls de Jordan, Pippen y Rodman en los 90, nos enseñaron que se podía volar en la pista y en los últimos años, los San Antonio Spurs de Duncan, Ginobilli y Parker con su juego asociativo o los Golden State Warriors de Curry, Durant y Thompson, que fueron prácticamente imbatibles, son ejemplos de equipos que llegaron a deslumbrar con su juego desplegado.

En la actualidad y aunque ni mucho menos se les puede poner en el mismo saco que los equipos anteriores, hay una plantilla que con su juego coral nos está haciendo disfrutar y mucho esta temporada. Este equipo no es otro que Utah Jazz, actualmente el mejor equipo de la NBA.

El equipo dirigido por Quin Snyder, con un balance de veintiuna victorias y cinco derrotas, noche tras noche, está demostrando que este año va en serio y que tras años disputando los Playoffs, ha puesto sus miradas en el anillo.

Si hay que calificar a los de Salt Lake City con una palabra, esa es sin duda, equipo. Los jugadores no están siendo egoístas y buscan en cada momento al jugador más liberado y mejor posicionado para poder lanzar a canasta. El rápido movimiento de balón está siendo una delicia en los partidos que llevamos disputados esta temporada.

Aunque el poder del equipo es el conjunto, Donovan Mitchell, a sus veinticuatro años es el auténtico líder del equipo y jugador franquicia. Sus veinticuatro puntos y más de cinco asistencias así lo corroboran. En su cuarta temporada, está en el mejor momento de su carrera y demuestra que puede marcar una época en el equipo mormón.

El acierto exterior está siendo otra de las claves del éxito. Para ello Mitchell está rodeado de dos tiradores de prestigio, el croata Bojan Bogdanovic y el australiano Joe Ingles. Dos jugadores de contrastada categoría. Veteranos de guerra al servicio del equipo.

Hablando de veteranos, el base Mike Conley con su buena dirección de juego, también es parte importante del engranaje del equipo. Es el prototipo de base perfecto que no necesita tener mucho el balón en su poder, para ser efectivo.

En el juego interior el francés Rudy Gobert aporta los rebotes y la intimidación necesarios que debe tener un equipo que aspira a todo. Sus tapones y los más de trece rebotes de media, dan fe de ello. Jugadores como el ala-pívot y con pasado en la ACB, Royce O´Neale o Derrick Favors aportan musculo y trabajo sucio en la pintura.

El base-escolta Jordan Clarkson, está siendo el jugador que anota desde la segunda unidad. Los más de dieciocho puntos de media, son toda una garantía cuando algún jugador titular está descansando.   

Con todos estos mimbres, si mantienen el nivel mostrado y las lesiones y el Covid les respetan van a ser un hueso duro de roer, cuando lleguen los Playoffs. ¿Será este su año? Veremos…

domingo, 7 de febrero de 2021

La testarudez de Willy Hernangómez comienza a dar sus frutos

La paciencia es una virtud muy importante que no todas las personas tienen. En el mundo actual en que vivimos a toda celeridad, es un bien escaso. El deporte de primer nivel es un fiel reflejo de nuestra sociedad, ya que tanto jugadores como entrenadores no disponen de un tiempo prudencial para demostrar sus cualidades. Los resultados mandan y deben llegar a corto plazo. Ahora bien, en toda plantilla siempre existe un jugador que espera su momento, paciente, sin levantar la voz y que está preparado para dar un paso al frente, cuando el entrenador requiere de sus servicios. Es este el caso de Willy Hernangómez.

A sus veintiséis años, Willy afrontaba una temporada especialmente clave en su devenir, tanto en la NBA, como a nivel de Selección. Siendo esta su quinta temporada en la liga norteamericana y con los Juegos Olímpicos el próximo verano, debía demostrar que era merecedor de minutos en su nuevo equipo, New Orleans Pelicans. Cierto es que, si exceptuamos su primer año en New York, donde fue incluido en el mejor quinteto rookie de la temporada, su rol había ido a menos en la NBA. El mayor de los Hernangómez, al que se le achaca bajo nivel defensivo, no había tenido la confianza de sus entrenadores y la amenaza de un regreso a Europa siempre sonaba, cada vez que su nombre salía a la palestra.

Los inicios de esta temporada no hacían presagiar nada bueno. En este primer mes de competición, el jugador madrileño era el tercer pívot en la rotación por detrás del experimentado Steven Adams y del joven Jaxson Hayes y su rol era residual, prácticamente inédito. Stan Van Gundy no contaba con él, pero Willy testarudo como pocos, sabiendo que la temporada es larga y especialmente ésta por el Covid, sabía que llegaría su momento.

El momento surgió nada más llegar el mes de febrero. Steven Adams con unas molestias en su pierna izquierda era baja y el pívot español salía de la partida realizando un muy buen partido, con 13 puntos y 11 rebotes en 29 minutos en pista. Tras casi un año sin pisar una cancha en partido oficial, Willy volvía a sentirse jugador de baloncesto.  

Su buena actuación no pasó desapercibida por parte de su entrenador y Van Gundy lo ha ido utilizando como pívot suplente en el resto de los partidos que Pelicans han disputado hasta ahora, adelantando en la rotación a Hayes que era el que daba descanso a Steven Adams. Con casi veinte minutos de media, Willy vuelve a sonreír y comienza a sentirse importante en el equipo. Muchas veces ser paciente, testarudo y luchar por lo que quieres, suele dar sus frutos.


lunes, 1 de febrero de 2021

Los Dallas Mavericks van a la deriva y amenazan con hundirse

Cuando las cosas no funcionan y el resultado no es el esperado, no queda más remedio que cambiarlas. Esto pasa en todas las situaciones que se pueda encontrar uno en la vida, ya sea en relaciones personales o profesionales. Si algo no carbura, hay que tomar decisiones por dolorosas que puedan ser. En momentos puntuales, es necesario un cambio brusco de rumbo. Es lo que debe hacer cualquier embarcación que navega hacía la deriva y amenaza con hundirse.

Esto es lo que les ocurre a los actuales Dallas Mavericks, que actualmente ocupan las últimas posiciones de la Conferencia Oeste. Con una racha de cinco derrotas seguidas, presentan un balance negativo de ocho victorias y doce derrotas. El equipo dirigido por Rick Carlisle no hizo los deberes correctamente antes de comenzar la competición y ahora está pagando por ello.

Tras una buena actuación en los Playoffs de la temporada pasada, en la que cayeron ante Los Ángeles Clippers, a los que les llegaron a plantar cara con un equipo bastante inferior en recursos, se esperaba que en esta campaña dieran un paso hacía adelante y se convirtieran en uno de los gallitos de la conferencia oeste.

Nada más lejos de la realidad, el equipo de Mark Cuban no se movió lo suficiente y no reforzó al equipo con jugadores de garantías, para dar un salto de calidad. Las llegadas de James Johnson, Josh Richardson y Wesley Iwundu, unidas a sus dos elecciones en el Draft, Josh Green y Tyrell Terry, se antojaban sobre el papel insuficientes antes de comenzar la competición. El tiempo parece estar dando la razón.

Por si fuera poco, los Mavericks perdieron a un gran jugador de equipo, que personalmente parece un poco infravalorado. Ser el hermano de Stephen Curry es lo que tiene, pero Seth Curry me parece un fantástico jugador de equipo, con un magnifico lanzamiento exterior. Si algo adolece el equipo tejano, es de anotadores y su marcha no ha hecho más que restar. Perder un activo de estas características ha sido imperdonable.

En el apartado anotador los Mavs necesitan más activos. Más si cabe, cuando el segundo de abordo, el letón Kristaps Porzingis, que debería ser el jugador que libere a Luka Doncic, se encuentra muchos partidos fuera de la cancha, debido a sus constantes dolencias físicas. Si a eso se le suma que el tercer jugador con más puntos en las manos, Tim Hardaway Jr realiza un partido bueno y tres malos, con una irregularidad y anarquía dignas de estudio, el panorama que se presenta es bastante desolador.

A todo esto, Luka Doncic en su tercera temporada en la NBA, comienza a ponerse nervioso, tanto dentro de la cancha, donde en momentos puntuales de los partidos se le ha visto algo incómodo, como con sus declaraciones fuera de ella. “No tengo mucho más que decir. Nunca había sentido algo así. Tenemos que hacer algo, porque esto no va bien”. Palabras del esloveno que dejan a las claras el descontento actual del jugador, con lo que le está sucediendo al equipo.

Mucho deben cambiar estos Mavericks para volver a ser un equipo competitivo. Muy lejos quedan las cuarenta y tres victorias de la pasada campaña, aunque todavía están a tiempo de revertir la situación. Veremos…