Con noches como la del pasado jueves, ¿quién no se puede
enganchar al baloncesto?. Esa pregunta
me hacía hoy, pensando lo bonito y apasionante que puede llegar a ser este
deporte.
Lo sucedido en la ciudad francesa de Lille, es enorme, histórico,
irrepetible… los calificativos a este equipo se me agotan. Lo cierto es que lo
que pudimos ver pasará a los anales de la historia. El equipo Español volvió a
llenar de felicidad y alegría los hogares españoles, quedándonos con la
sensación de haber vivido algo muy grande. Ganar por 80 a 75 al anfitrión con
27.000 gargantas en contra será recordado durante mucho tiempo.
Tras pasar una resaca de baloncesto en toda regla, llega el
momento de las reflexiones. Sí, las reflexiones, de cómo una Selección que pasó
a octavos en el último segundo se ha convertido en Finalista en el Europeo.
Sin duda alguna, hay una palabra clave en todo este
proyecto. Ésta no es otra que… Pau. Efectivamente, Pau Gasol. El pívot de los
Chicago Bulls a sus 35 años dio toda una exhibición de juego y poderío, siendo
más E.T. (cómo lo llamaba el gran Andrés Montes) que nunca. Un jugador que lo
ha ganado todo y qué quizás viendo las bajas de este verano (Navarro, Ibaka,
Marc, Calderón, Ricky…) hubiera optado por un merecido descanso, decidió
aceptar el reto y echarse el equipo a la espalda en busca de la clasificación
para los JJOO y por qué no, conseguir el oro en el Europeo.
Gasol, un jugador comprometido que tenía una espina clavada
desde el pasado verano. Francia eliminaba a España prematuramente del Mundial
que jugábamos en casa. Desde entonces Pau, se preparó para el partido de anoche
y viendo sus estadísticas consiguió desquitarse del batacazo del año anterior. Sus
40 puntos (la mitad del equipo español), 11 rebotes, 3 tapones y 11 faltas
recibidas resumen el recital de juego del de Sant Boi.
Pero no sólo de Gasol ha vivido España. Al contrario del
verano anterior, donde no faltó ninguna figura española, en este torneo el
tener menos estrellas, ha hecho que los roles del equipo estén más definidos y
el engranaje haya sido mejor.
De este hecho se han beneficiado jugadores cómo Sergio Rodríguez
y Felipe Reyes. El chacho, que sin Calderón y Ricky, ha tenido la confianza de
Scariolo, disputando más minutos y siendo importante. Su partido de ayer, con
su magia, su descaro y determinación rescataron a España en distintas partes
del partido.
Lo de Felipe merece un capítulo aparte. El pívot que tuvo un
papel residual en el pasado Mundial, sin Ibaka y Marc, se ha erigido en el
segundo jugador interior más importante. Su lucha, sus rebotes, sus canastas y
su buen hacer en pista dieron un plus de garra necesario para resistir al gran
juego interior francés. Que habría sido de su carrera, si el bueno de Felipe
hubiera medido unos pocos centímetros más…
En esta Selección el núcleo del Madrid (actual campeón de
Europa) ha sido vital. Si bien es cierto que la irregularidad en el tiro de
Llull y las dolencias en su espalda de Rudy Fernández, no nos han dejado ver su
mejor versión, esta dupla ha dado la cara en todo momento y no ha dejado de
luchar por cada balón.
La irrupción de Pau Ribas, dando muestras de una gran
madurez en cancha (demostrando que puede jugar en un grande cómo el Barcelona),
el buen trabajo de Víctor Claver (por fin), jugando de tres aportando defensa y
rebote y un Nicola Mirotic un poco blando en cancha y superado por momentos,
pero que no ha dejado de intentarlo en ningún momento, han cerrado la rotación.
Un equipo que ha subido el nivel defensivo a medida que pasaban los días de
competición y en el que cada uno ha aportado su grano de arena.
San Emeterio, Willy y en menor medida Vives y Aguilar han
cerrado una plantilla que luchará por conseguir el oro, oro más para una
Selección Inolvidable.
Consigan o no el oro, lo vivido en estas Semifinales se
quedará en nuestras retinas para siempre.