Las primeras imágenes que recuerdo de la NBA cuando era pequeño y que llegaron a hacer que me enganchará completamente al baloncesto, fueron los duelos entre Los Ángeles Lakers de aquel base de más de dos metros, Magic Johnson, contra los Boston Celtics de un rubio con un tiro espectacular, Larry Bird.
Dos equipos legendarios,
ganadores de la gran mayoría de anillos en la década de los 80 que basaban
básicamente su triunfo en unos quintetos de una gran calidad, que acaparaban
gran cantidad de minutos y donde los suplentes tenían un papel residual,
jugando los pocos minutos que necesitaban los titulares para poder descansar y
coger un poco de aire.
Pero a finales de la
década de los 80, con los anillos conseguidos por los Detroit Pistons, se
comprobó que tener un banquillo con garantías era sinónimo de triunfo. Con
estos Pistons, se pudo ver por primera vez a una serie de jugadores que cuando,
salían del banquillo, eran capaces de revolucionar un partido o de mantener el
nivel de la primera unidad. Uno de ellos era el escolta Vinnie Johnson, apodado
“El Microondas”, quizás el primer jugador que era capaz de cambiar la dinámica
negativa de su equipo, revolucionar y contagiar al resto de compañeros.
Años más tarde, otro
jugador que desempeñó perfectamente esta función y que consiguió tres anillos
de la NBA con los Chicago Bulls, fue Steve Kerr. Un gran tirador, gran
especialista en finales apretados, que sacó de más de un apuro al equipo
liderado por Michael Jordan.
En la NBA actual el fondo
de armario es básico, pero uno de los últimos ejemplos de este tipo de jugador
lo pudimos ver en los Playoffs al título del 2011, que con sus actuaciones fue
clave en la consecución del anillo logrado por los Dallas Mavericks.
Si bien es cierto que la
segunda unidad de los de Dallas era espectacular con un gran Jason Terry, el
jugador que realizó un final de temporada espectacular no fue otro que el
puertorriqueño Juan José Barea.
Barea, que creció como
jugador a la sombra de uno histórico como Jason Kidd, revolucionó con su
dirección de juego y su acierto en el tiro saliendo del banquillo de los
Mavericks.
Tal fue la aportación de
Barea al equipo tejano, que en los últimos partidos de la final contra los
Miami Heat llegó a ganarse el puesto de titular, siendo capaz de anotar 15
puntos y repartir 5 asistencias en el último partido en la cancha de los Heat
que les dio el anillo de campeones de la NBA, llegando a ser el segundo jugador
de Puerto Rico capaz de conseguirlo detrás de Alfred Lee.
Tras este final triunfal,
Barea fichó por los Minnesota Timberwolves, dónde estuvo tres temporadas
intentado aportar lo máximo a un equipo joven. Pasado este tiempo, regresó a la
que ha sido siempre su casa, los Dallas Mavericks. Seis temporadas más, aleccionando
y aportando su sabiduría y experiencia al servicio del equipo de Rick Carlisle.
A sus 36 años, será todo
un novato en la ACB, ya que le veremos en las filas del Movistar Estudiantes. Tendremos
un motivo más, para ver la Liga Endesa.
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